Cada septiembre,
venía al pueblo.
La miraba, la contemplaba,
la acariciaba, la apretujaba.
Sus dulces ojos claros e inocentes
lo miraban, sin palabras.
Eres parte de mi ser,
de mi vida entera.
de mi vida entera.
Mi cielo,
mi tesoro, mi ansiado anhelo.
Cada septiembre,
venía al pueblo.
La escuchaba, la miraba,
la acariciaba, la contemplaba.
En ese único y simple instante,
él quería eternizarla,
ella, ser flor gaviota,
libre e ignota.
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