Alma
errante
que vive entre riscos y laurisilva,
entre incienso y manzanilla,
con un aroma a hierbabuena y retamilla.
Alma errante
que reconoce el mar de nubes
en el que sentía:
olores frescos a madreselva,
un corazón volcánico que hace de guía,
un valle latente de maravillas,
una pasión isleña de compañía.